El director de cine ruso Ivan Vdovin reveló que el verano del 2016, mientras se hallaba junto a su equipo de filmación en un desierto entre Israel y Palestina, un beduino llamado Arafat le ofreció a su hija de 7 años, de nombre Zakura, a cambio de 50 ovejas para que se la llevara a Moscú y se casara con ella cuando alcanzara la edad de 11 o 12 años, explicó al portal Wanderlust.

«Él sugirió que me llevara a su pequeña a Moscú para que me casara con ella algún día y cambiar el destino de la niña«, comentó Vdovin. «De lo contrario, después de un par de años, sería vendida a un pueblo cercano a alguien más viejo por un rebaño de ovejas. Estas son las costumbres y nadie las viola», relató el director.

Vdovin rechazó la proposición del beduino, pero decidió realizar un documental sobre Zakura, que verá la luz el invierno del próximo año, ya que dice entender perfectamente que el hombre quiera un futuro mejor para su hija. Con el objetivo de llevar a cabo una expedición de un mes y grabar la película, el director de cine ha iniciado una campaña de recaudación de unos 4.400 dólares.

El filme, según explicó el director ruso, no pretende cambiar el destino de Zakura, pues eso obligaría al padre a romper sus propias tradiciones, sino que busca narrar una historia sobre personas vivas que «experimentan emociones, amor, miedo y, a veces, no entienden qué elección es la correcta». De esta forma, Vdovin cree que brinda una oportunidad a Arafat de tomar una decisión independiente sobre el futuro de su hija.

Vdovin cree que en un mundo moderno —Arafat tenía un iPhone5 y manejaba la nueva tecnología a la perfección— que convive con las tradiciones antiguas de los beduinos, existe una posibilidad de cambiar el destino de la pequeña. Por lo tanto, con esta película pretende, no solo reflejar «la vida de héroes reales, sino también registrar cambios serios y significativos en sus vidas» desde su último encuentro.

Según las tradiciones beduinas, las niñas de entre 11 y 12 años son vendidas a los novios a cambio de ganado. En el momento en el que la menor se muda a vivir con su marido debe romper toda comunicación con su familia de origen y reducir su círculo comunicativo a las hermanas del marido y su suegra, así como a los niños de su nueva familia.