Zuckerberg admite que las redes son un arma y que Facebook está en una «carrera armamentista»
El artículo de opinión recientemente publicado por Mark Zuckerberg en The Washington Post, «debería eliminar cualquier duda» sobre que Facebook se ha convertido en poco más que un vehículo para la censura del Gobierno de EE.UU. y la propaganda occidental, escribe la analista irlandesa Danielle Ryan.
En abril Zuckerberg testificó ante la Comisión de Inteligencia del Senado de EE.UU. Allí quedó claro que Facebook estaba directamente relacionado con la propaganda en las elecciones presidenciales de 2016, sostiene la autora. Probablemente, después de haber sentido placer tras participar de los ‘grandes juegos políticos’, el director de Facebook sobreestimó su importancia y escribió un «breve y ágil» artículo para The Washington Post, con un contenido verdaderamente alarmante por el grado de exageración de la importancia del papel que desempeña en la regulación de los asuntos políticos de relevancia global, opina la autora.
Facebook como un arma contra la desinformación
En su nota, Zuckerberg admitió que Facebook era una arma en un combate contra «actores de mala fe», la información falsa y el «contenido incorrecto», con el fin de «proteger la democracia». Además, reafirmó su compromiso de ganar esta «carrera armamentista».
Luchar contra el mal es, por supuesto, valiente y heroico. Aunque, afirma Danielle Ryan, el problema es que en el mundo de Zuckerberg, con una división muy estricta entre ‘los buenos’ y ‘los malos’, ‘los buenos’ siempre están vinculados a los gobiernos occidentales. Mientras tanto, ‘los malos’ son los que a estos gobiernos no les gustan, agrega.
Asimismo, Zuckerberg ha proporcionado una lista de acciones que Facebook ha tomado en contra de los que él llama «actores de mala fe». Aunque, irónicamente, escribe Danielle Ryan, en esta lista se ha olvidado de mencionar todo tipo de manipulaciones organizadas por los gobiernos occidentales ―principalmente, EE.UU., el Reino Unido e Israel―, montadas en los medios de comunicación social.
Puntos que pasó por alto
Desde el punto de vista de la autora, hace falta mencionar el incidente de 2011, cuando se dio a conocer el programa Muñeco de trapo (Sock puppet, en inglés), diseñado por el Gobierno de EE.UU. para difundir propaganda prooccidental a través de cuentas falsas en línea.
Otro buen ejemplo, según la autora, sería la ’77ª Brigada’ británica, que se especializa en guerras psicológicas en las redes sociales. La misma emplea a gente a la que el Reino Unido llama guerreros. Estos guerreros utilizan «mecanismos legítimos no militares como medios para adecuar comportamientos», aunque a esas mismas personas en Rusia se las llama trolls y bots que «generan propaganda», añade la escritora.
Además, la autora recordó el caso de la eliminación por parte de Facebook de cuentas de activistas palestinos a instancias del Gobierno israelí, o de cuentas rusas e iraníes, o el bloqueo temporal sin explicación de la página en inglés del canal de noticias venezolano Telesur, que ofrece una perspectiva diferente a la de Washington.
«En realidad, no podemos esperar que Zuckerberg se preocupe por nada de esto. Pero los ejecutivos de Facebook son una cosa y los medios son otra». Los periodistas occidentales están haciendo todo lo posible para que las historias de «intromisiones rusas» inunden los medios informativos y han mostrado poco interés en la propaganda en línea que se lleva a cabo por sus propios gobiernos, concluye la autora.
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